miércoles, 30 de octubre de 2013

ECOSISTEMAS LLANEROS

EL PIEDEMONTE


El terreno ubicado en la base de la vertiente oriental de la cordillera Oriental, conocido como el piedemonte llanero, es una estrecha franja ubicada entre los 700 y 500 msnm, que tiene un clima típicamente llanero, con temperaturas medias de 23 a 30 ºC y un régimen de lluvias biestacional con 3.000 a 4.000 mm de precipitación anual.

Se formó a finales del Terciario y durante el Cuaternario —entre cinco millones y 10.000 años— por el poderoso transporte de rocas y detritus que descendieron a través de los cañones y valles montañosos y se depositaron en el pie de las montañas formando abanicos o conos de deyección; los sedimentos más finos llegaron a una gran distancia de la cordillera. En el Pleistoceno —entre 600.000 y 10.000 años— se levantó todo el bloque de tierras al oriente del río Meta, lo que formó la altillanura, una franja plana a la que no llegaron más sedimentos aluviales. Los movimientos tectónicos que levantaron el borde de la cordillera, en ciertos sectores elevaron los abanicos y el terreno plano se inclinó hacia la montaña, de tal manera que en dirección al llano quedó un escarpe abrupto, como el que se observa en algunas serranías bajas cerca de Yopal; posteriormente los procesos erosivos se encargaron de modelar el terreno para generar diferentes formas de relieve, como terrazas escalonadas, terrazas planas y profundamente disecadas por amplios valles y pequeñas serranías.

Durante cada creciente los ríos aportan en el piedemonte nuevos materiales que se depositan sobre el cono mismo, formando una extensa zona de explayamiento con un cauce trenzado que en algunos casos puede alcanzar cientos de metros. Debido a los flujos torrenciales y a su desborde, el terreno del piedemonte se torna inestable, lo que representa una gran amenaza para la vida, los ecosistemas y las obras de infraestructura; según el profesor Antonio Flórez, sus principales causas son las siguientes:

La sismicidad característica de la zona favorece los deslizamientos y movimientos en masa y el consecuente aporte de materiales hacia los conos de deyección.
Las cuencas hidrográficas en las montañas tienen fuertes pendientes y por lo tanto su capacidad de carga es alta.
La disminución de la pendiente en el piedemonte hace que las corrientes divaguen, lo cual genera inestabilidad en los cauces —se forman algunos nuevos y otros desaparecen—.
La destrucción de la cobertura vegetal hace que el escurrimiento del agua sea más rápido y aumenten la disección y el transporte de material.

LA SELVA DEL PIEDEMONTE


 Poco se conoce acerca de la ecología de las selvas húmedas tropicales del piedemonte llanero; en general, éstas se caracterizan por un dosel continuo y heterogéneo debido a la fuerte pendiente y a la irregularidad del terreno que presenta suelos predominantemente arcillosos en los interfluvios y arenosos en las laderas. La estructura vertical del bosque es multiestratificada con árboles que alcanzan hasta 30 m de altura y aunque abundan el lechero, el higuerón o matapalos y el tronador que produce una leche cáustica y tóxica, las especies dominantes son las leguminosas como el dormilón u orejero. También se encuentran maderas valiosas como el laurel oloroso, el cabo de hacha o costillo, el achapo y el peinemono; entre los frutales se destacan el zapote, el mamey y los caimos.

Esta franja es rica en palmas de enormes raíces zancos, —más de 20 especies— como el palmiche, la mil pesos, la zancona y la choapos, que en ocasiones emergen sobre el dosel. En los estratos bajos sobresalen por sus grandes hojas varias especies de Ciclantáceas como la iraca, cuyas hojas similares a las de la palma son utilizadas para la elaboración de sombreros y varias especies de Heliconia como los platanillos; la alta humedad de esta zona favorece el desarrollo de multitud de plantas epífitas entre las que se destacan los helechos.

LA SABANIZACIÓN



Hace aproximadamente 45 años L.A. Holdridge y J. Tosi, destacados ecólogos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, llamaron la atención sobre la destrucción de la selva de la Orinoquia:

«Al oriente de Villavicencio se puede apreciar cómo se desprende la planicie oriental de la Cordillera, en forma de un plano suavemente inclinado, recorrido por los ríos, que a manera de anchurosas heridas, cortan la espaciosa llanura. Las selvas aquí han quedado reducidas a rastrojos, con uno que otro árbol como mudo testigo sobre potreros donde crecen solitarias las palmeras y ceibas corpulentas».
El proceso de tumba, roza y quema para el establecimiento de pastizales para la ganadería y zonas de cultivo, culmina con suelos erosionados y empobrecidos que después de abandonados, son colonizados por especies pioneras de rápido crecimiento como el balso, un árbol de madera extraordinariamente liviana y el yarumo. La deforestación se presenta en dos frentes: el que desciende de la montaña y el que sube del llano; entre estos se encuentran los últimos remanentes de selva húmeda. Hay muchos lugares en los que este tipo de bosque ha desaparecido completamente, rompiendo así la comunicación entre la selva andina, la selva del piedemonte y el bosque de galería, que se adentra en las sabanas.

Los incendios periódicos, la pérdida de nutrientes del suelo y el pastoreo mantienen el paisaje transformado por largo tiempo. La eliminación de este hábitat es sin duda una de las principales amenazas para los primates del piedemonte llanero, como el tití, el mico choyo y las marimondas, que se encuentran entre los más amenazados de toda la región. Desafortunadamente, este proceso también comienza a afectar las áreas de conservación de los Parques Nacionales Naturales de la Orinoquia.

 LA SABANA HÚMEDA


Las sabanas húmedas tienen una cobertura vegetal abierta en la que dominan los pajonales altos del pasto rabo de zorro, que le imprimen una coloración rojiza al paisaje cuando las inflorescencias están maduras; también están pobladas por otros pastizales tolerantes a la inundación como la guaratara y por varias especies de Ciperáceas. En algunos lugares se forman gramalotales o grandes bancos de pastos de paja chigüirera, cuyos tallos se elevan hasta dos metros sobre el terreno pantanoso y en los sitios más elevados se desarrolla el pasto saeta.

Las sabanas húmedas pasan por un ciclo anual de cuatro estaciones hídricas: un período en que las plantas disponen de agua suficiente en el suelo, al que le sigue una fase en la que éste queda anegado por completo y las especies sufren por exceso de agua; posteriormente la tierra se va secando y otra vez aparecen condiciones normales de disponibilidad de agua y finalmente la sequía se hace extrema y la vegetación debe resistir la deficiencia de agua. Debido a que cada año pasan por cuatro estaciones con períodos contrastantes de tensión ecológica, estos ecosistemas también se definen como sabanas hiperestacionales, en las que el exceso de agua tarda varios meses en escurrirse y su deficiencia dura de tres a seis meses.

LOS ZURALES


Se forman en depresiones con pendiente muy suave, permanecen anegados la mayor parte del año —hasta por nueve meses— y tienen suelos de color oscuro, ricos en materia orgánica. Desde el aire se observa un patrón reticulado, conformado por montículos de diferentes tamaños llamados zuros; los de menor altura, 30 a 50 cm, se encuentran en el borde del zural y sobre ellos crecen termiteros; los de mayor altura —uno a dos metros— y más espaciados se desarrollan hacia el interior del zural.

Algunos zurales alcanzan superficies de 5 km2 y densidades de 900 a 1.000 montículos por hectárea; cada montículo tiene su propio gradiente de humedad que determina la colonización de diferentes especies, entre las que predominan las gramíneas, aunque crecen familias raras como las Eriocauláceas y las Burmaniáceas y comunes como las Cyperáceas, Melastomatáceas y leguminosas; ocasionalmente en lo alto de un montículo coronados por termiteros, que permanece seco más tiempo, se desarrollan algunos arbustos. El agua que circula entre los zurales es transparente, pobre en nutrientes y su sistema de drenaje forma una microcuenca cerrada, que en ocasiones se interconecta con esteros y morichales.

EL ESTERO


Tanto en la sabana de inundación como en la altillanura y en las planicies de inundación de los grandes ríos, existen ambientes acuáticos de poca profundidad que ocupan extensas cubetas lacustres estacionales, donde el suelo permanece anegado hasta bien entrado el verano y conserva suficiente humedad para mantener la vegetación acuática; este tipo de ambiente se denomina localmente estero.

En la llanura de inundación hay esteros que reciben aportes de aguas ricas en nutrientes procedentes de los ríos andinos cuando se desbordan; entonces la productividad de la vegetación se incrementa hasta formar verdaderas masas flotantes, con pastos, buchones, lechugas de agua y especies arbustivas de leguminosas especialmente adaptadas. Este entramado flotante tiene la capacidad de soportar mamíferos como los chigüiros, así como anfibios y reptiles; algunos esteros alcanzan grandes extensiones y se constituyen en hábitats para la fauna acuática y terrestre, especialmente para las aves, entre las que abunda una gran variedad de garzas.

Otros tipos de esteros se presentan en las sabanas estacionales, donde la fase de inundación depende de las lluvias torrenciales del invierno; sus aguas son transparentes y menos productivas —oligotróficas— y en ellas se desarrollan praderas sumergidas en las que abundan diferentes especies de pequeños peces de colores brillantes especialmente adaptados a los ambientes donde los recursos más importantes son el zooplancton, el fitoplancton y los insectos. Durante la estación seca reverdecen sobre el suelo varias especies de plantas acuáticas que permanecían como prados sumergidos, para florecer rápidamente y dispersar sus semillas. Los suelos de este tipo de estero, de color negro turboso, quedan durante el verano al alcance de muchas aves acuáticas que los escarban en busca de insectos coleóptero y dípteros.

Llaman especialmente la atención en estos ambientes, las pequeñas masas lanosas que se adhieren a los fragmentos de vegetación del litoral; se trata de uno de los organismos multicelulares más primitivos, cuyos ancestros marinos surgieron en el Cámbrico —hace 600 millones de años—; es una diminuta esponja de agua dulce —probablemente del género Ephydatia—, cuyo cuerpo, formado por microscópicas agujas o espículas de sílice, llega a ser urticante al contacto con la piel y cuyas larvas móviles hacen parte de la gran diversidad de microorganismos que componen el zooplancton.

EL MORICHAL


Algunos ríos y caños de la llanura de inundación presentan a lo largo de su curso franjas angostas de bosques de galería dominados por la palma moriche o canangucha, que tiene hojas en forma de abanico y crece asociada con árboles maderables de la familia de las Anonáceas, como el tablón y con Miristicáceas, como el palosangre. Estos bosques, donde también abundan las Melastomatáceas arbustivas y otras palmas como la milpesos, especie oleaginosa muy promisoria, son importantes para el sostenimiento de una variada fauna, en la que se destacan los grandes mamíferos silvestres como los zainos y las dantas.

El nivel freático del suelo determina la estructura y la composición de los bosques de galería de la llanura de inundación; en comparación con los de la altillanura son menos diversos y estructurados y sus estratos herbáceos y arbustivos son más pobres y con pocas especies tolerantes a la inundación. El suelo, de donde emerge la maraña densa de raíces finas y neumatóforos de las palmas y árboles, estructuras especializadas en el intercambio de gases, se encuentra casi desnudo, lodoso y con poca hojarasca; hacia los bordes exteriores se presenta una angosta franja de bosque denso de poca altura, 10 a 15 m, que corta abruptamente la vegetación abierta de la sabana.

La palma de moriche es quizás la de más amplia distribución y posiblemente la más abundante en las cuencas del Amazonas y el Orinoco; su hábitat óptimo se encuentra en los terrenos inundados o con drenaje muy deficiente, por debajo de los 900 m de altitud. Los indígenas la llaman «el árbol de la vida» porque sus usos son muy numerosos: la pulpa anaranjada de los frutos es altamente nutritiva por su alto contenido en proteína y aceites; de las hojas jóvenes se extrae fibra de excelente calidad y las hojas adultas se utilizan como techo de las viviendas; en los troncos caídos se crían mojojoyes, larvas de cucarrón que son aprovechadas como complemento de la dieta proteica; los troncos muertos sirven como sitios de anidación de aves muy valiosas como las guacamayas y los loros; durante las aguas altas, los frutos son dispersados por las corrientes de agua y hacen parte de la dieta de grandes peces que se alimentan de semillas y frutos como el yamú o bocón.

LAS SELVAS INUNDABLES


Algunos de los últimos reductos de las selvas de inundación se encuentran en las llanuras de desborde de los ríos Meta, Cusiana, Pauto y Casanare, sobre un paisaje enriquecido por los sedimentos aluviales de origen andino, depositados durante las últimas inundaciones. La dinámica fluvial ha modelado un complejo de geoformas en la llanura de desborde, como diques naturales o acumulaciones de materiales gruesos a los lados de los cauces, depresiones amplias —basines— entre los diques de uno y otro río y cauces abandonados que forman lagunas o madreviejas.

Cuando suben las aguas durante las crecientes, sobrepasan el nivel de los diques y al regarse hacia los basines, depositan toneladas de sedimentos que forman en los bordes, complejos de orillares con un microrrelieve característico. Este paisaje fluvial es muy dinámico y cambia durante cada fase de inundación o de sequía, lo que genera un mosaico de ambientes para la vegetación y la fauna y determina los tipos de uso de la tierra y el aprovechamiento de recursos bióticos.

Un factor determinante en las selvas inundables es la duración de la inundación; en los lugares más altos, denominados banquetas o vegas altas, las aguas se desalojan rápidamente y en pocos días el terreno queda abonado con los fértiles limos; allí la selva presenta una estructura compleja y diversa, con grandes árboles como los caimitos, las chivechas o cauchos, las ceibas, los jobos, los maracos con sus racimos de enormes frutos en el tallo y los mortecinos, Lecitidáceas que producen flores pestilentes. Se destaca la abundancia de palmas como la real, la milpesos, el moriche y muchas otras.

En las vegas bajas —bajos o bajíos— el agua permanece de siete a nueve meses, la mayor parte de la estación lluviosa. En general, la vegetación presenta ajustes muy sincronizados de crecimiento, floración, fructificación y dispersión de semillas, a los ritmos o pulsos estacionales de inundación y sequía; algunas especies han desarrollado neumatóforos u otras estructuras de intercambio de gases que les permiten vivir adecuadamente; en otros árboles, durante el período de inundación crecen raíces adventicias para atrapar los sedimentos. Las especies más comunes en los bajíos son la leguminosa búcaro de pantano y el totumo.

Sin embargo, en medio de este aparente equilibrio, en ciertos sectores ocurren fuertes disturbios por la caída de grandes árboles o la muerte masiva de bosques bien consolidados, debido a los cambios repentinos del curso del río, lo que produce a la vez, cambios en el nivel freático; estos aspectos hacen parte de la dinámica natural.

LA ALTILLANURA


La gran zona de la altillanura está situada entre los ríos Meta y Guaviare; comienza en el piedemonte de la cordillera Oriental comprendido entre el río Humadea y la Sierra de La Macarena y llega hasta el río Orinoco, la parte más baja y oriental, conocida como el andén Orinoqués, un territorio de pendientes suaves de aproximadamente 100 kilómetros de ancho, que corre paralelo al río Orinoco y se conecta con los valles aluviales inundables de los ríos Vichada, Tuparro, Tomo y Vita, entre otros.

La altillanura de la Orinoquia colombiana corresponde al bloque levantado al oriente del río Meta, que se originó hace unos 600.000 años por la acumulación de sedimentos; presenta dos grandes tipos de paisaje: uno plano y otro disectado o paisaje de lomerío, denominado localmente serranía, que se creó por la erosión.

En esta extensa región se desarrollaron diferentes tipos de suelos que van desde los arcillosos hasta los arenosos; el más común es de color rojizo y corresponde al grupo de los oxisoles o suelos tropicales muy evolucionados, viejos y pobres en nutrientes que se caracterizan por los siguientes aspectos:

Una marcada deficiencia de nutrientes para la vegetación, principalmente en la fase mineral del suelo.
Los elementos necesarios para la nutrición vegetal provienen casi exclusivamente de la materia orgánica, pero ésta es escasa en el Llano y es afectada por los incendios, la radiación solar, la erosión por agua de escorrentía y la pérdida de materia prima durante las épocas secas.
Algunos elementos como el aluminio se encuentran en cantidades que alcanzan a ser tóxicas para la vegetación.
Son muy susceptibles a la erosión causada por las aguas de escurrimiento o por la acción del viento. Una forma especial de erosión es la de los zurales o mogotes que producen una topografía irregular y difícil de manejar.
Tienen características que contribuyen a acentuar su carácter oligotrófico, como bajo contenido de carbono y nitrógeno, fuerte acidez, baja capacidad de intercambio catiónico y extremada pobreza en fósforo, entre otras.
La altillanura disectada presenta capas de suelo endurecidas y cementadas por hidróxidos y óxidos de hierro que limitan su profundidad efectiva y disminuyen su capacidad de almacenamiento de agua.

LOS BOSQUES DE LA ALTILLANURA


La cobertura selvática de la altillanura está conformada por los bosques de galería inundables y los no inundables y por pequeñas formaciones boscosas que crecen en medio de las sabanas, denominadas «matas de monte».

EL BOSQUE DE GALERÍA


La cobertura forestal que sigue el curso de los caños y ríos de la altillanura, conocida como bosque de galería o bosque ripario, generalmente tiene una forma angosta y alargada, un patrón de drenaje de tipo dendrítico sobre el relieve plano, plano ondulado o colinado y en ambos lados está rodeado por sabanas. De acuerdo con la profundidad del cauce y la pendiente, se encuentran dos tipos de bosque de galería: el inundable y el no inundable.

BOSQUE DE GALERÍA NO INUNDABLE



En la altillanura plana, el bosque de galería no inundable se encuentra en las márgenes de los caños que han profundizado el terreno, en ocasiones hasta 8 m, por lo que se alcanza a presentar erosión en las laderas angostas con pendiente fuerte. El suelo de este tipo de bosque permanece todo el año bien drenado, pero con buena disponibilidad de agua; tiene poca cobertura herbácea y una delgada capa de hojarasca superficial. En el fondo de la cañada corren, por un cauce angosto, de poco caudal y de flujo lento, aguas claras en la época de verano y de color un poco lechoso en el invierno, debido al arrastre de limos del sustrato arcilloso.


1 comentario:

  1. Gracias por publicar esta información, muy oportuna para un trabajo gráfico que estoy desarrollando

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